“El Amor Jamás Pasará”: El Descensus Christi y la Vida Más Allá de la Tumba

Incorporada ao Símbolo dos Apóstolos, a fórmula cristológica descendit ad inferos remete para uma realidade cultural e teológica veterotestamentária, o sheol, que é profundamente transformada (do ponto de vista teológico) pela revelação neotestamentária. Depois da morte na cruz, Jesus foi sepultado e a sua alma (nepheseh) desceu ao sheol, partilhando a condição de todos os seres humanos. O homem- -Deus é solidário com todos os defuntos, experimenta a derrelicção total e leva a sua obediência ao extremo (a verdadeira “obediência do cadáver”). Essa obediência na derrelicção é simultaneamente uma vitória, que culmina no resgate divino: Deus ressuscitou-o dentre os mortos. Paradoxalmente, Deus identificar-se com Jesus morto! Poderíamos pensar que, no descensus Christi, houve como que uma autoredefinição de Deus a favor de todos os homens, criando uma possibilidade de relação amorosa além-túmulo.Incorporated into the Symbol of the Apostles, the Christological formula descendit ad inferos refers to a cultural and theological reality of the Hebrew Bible, the sheol, which is profoundly transformed (from the theological point of view) by the New Testament revelation. After his death on the cross, Jesus was buried and his soul (nepheseh) went down to sheol, sharing the condition of all human beings. The God-man is in solidarity with all the deceased, experiences total rejection and takes his obedience to the extreme (the true “obedience of the corpse”). This obedience in the defeat is simultaneously a victory, culminating in the divine rescue: God raised him from the dead. Paradoxically, God identifies himself with Jesus dead! We could think that, in the descensus Christi, there was a kind of self-definition of God in favor of all men, creating a possibility of a loving relationship beyond the grave.Incorporada al Símbolo de los Apóstoles, la fórmula cristológica descendit ad inferos se refiere a una realidad cultural y teológica del Antiguo Testamento, el sheol, profundamente transformado (desde el punto de vista teológico) por la revelación neotestamentaria. Después de su muerte en la cruz, Jesús fue sepultado y su alma (nephesh) bajó al sheol, compartiendo la condición de todos los seres humanos. El Dios-hombre es solidario con todos los difuntos, experimenta el rechazo total y lleva su obediencia al extremo (la verdadera “obediencia del cadáver”). Esta obediencia en el abandono total es simultáneamente una victoria, que culmina en el rescate divino: ¡Dios lo resucitó de entre los muertos! Al identificarse (paradójicamente) con Jesús muerto, podríamos pensar que pudo haber una especie de autodefinición de Dios, a favor de todos los hombres, creando la posibilidad de una relación amorosa. Paradójicamente, ¡Dios se identifica con Jesús muerto! Podríamos pensar que, en el descensus Christi, hubo una especie de autoredefinición de Dios a favor de todos los hombres, creando la posibilidad de una relación amorosa más allá de la tumba.